En nuestro programa DNAcare® le brindamos una secuenciación de 31 millones de polimorfismos y somos la más completa que existe en el mundo.
El papel de los polimorfismos genéticos en la determinación de respuestas heterogéneas a exposiciones ambientales como medicinas, actividad física y dieta, es ya evidente. En nutrigenómica pretendemos describir el sistema biológico (el funcionamiento de una célula, tejido, sistema biológico en general, o nuestro organismo completo en el caso más amplio que aquí nos interesa) en «su totalidad»; en términos de su composición de miles de mRNA, proteínas y metabolitos, y las combinaciones de todos ellos. Con eso nos gustaría poder describir «completamente» cada sistema homeostático, para poder percibir el desplazamientos de este sistema, previos a la aparición de alteraciones o factores de riesgo que tarde o temprano puedan dar lugar a determinadas alteraciones más definidas (enfermedades u otros fenotipos que nos interesen).
En este sentido, los biomarcadores nutrigenómicos resultan de conjuntos de datos característicos de la respuesta (a la dieta o a una determinada composición o pauta alimentaria) del sistema biológico considerado, indicativos de la derivación del sistema hacia una determinada condición considerada potencialmente adversa; por ejemplo, hacia el desarrollo de hipertensión arterial a partir de su sensibilidad a la sal
Son ya numerosos los estudios nutrigenómicos que muestran relación entre los componentes de la dieta y la salud. Algunos ejemplos son el papel de los ácidos grasos en el desarrollo de esteatosis hepática o del hígado graso, el efecto del calcio, de la ferritina y de la Deshidrogenasa Láctica sobre el riesgo de cáncer de colon, o los efectos del aceite de oliva, del alcohol, de la vitamina D, etc.
Es posible determinar perfiles tisulares característicos e identificar genes candidatos, por ejemplo en relación con la obesidad, o bien marcadores de efectos de nutrientes, como la vitamina D, o identificar varios agentes y contaminantes de interés en sensibilidad e intolerancia alimentaria, así como de la enfermedad Celiaca. Se han descrito patrones específicos de expresión genética en células sanguíneas asociadas a enfermedades como tumores pulmonares o leucemia que pueden servir como marcadores de enfermedad, pero está pendiente la cuestión sobre los biomarcadores de pre enfermedad, previos a la aparición de los factores y signos de riesgo tradicionalmente considerados.
Ni la exposición al tabaco o el ejercicio físico pueden considerarse factores graves a la salud, a pesar de ser importantes, si los comparamos con la exposición continuada a los alimentos incorrectos a lo largo de nuestra vida.
De esta manera los perfiles nutrigenómicos se presentan como una estrategia muy prometedora para avanzar en el conocimiento de la respuesta fenotípica a las intervenciones nutricionales promoviendo la salud a largo plazo y evitando enfermedades crónicas, obesidad y cáncer.
En general, vale la pena notar que la exposición al tabaco o a otras toxinas, o el ejercicio físico, que sabemos que son agentes muy capaces de determinar nuestra salud, son factores que pueden considerarse menores comparados con nuestra exposición continuada a los alimentos a lo largo de toda la vida; los alimentos constituyen el principal factor medioambiental que pone a prueba nuestro organismo.
La preocupación de la Nutrición actual ya no se centra en las carencias sino de manera clave a través de la alimentación evitar las denominadas enfermedades crónicas de nuestro tiempo: enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, varios tipos de cáncer, osteoporosis y enfermedades autoinmunes (Celìacos)
La sociedad actual espera que los alimentos le proporcionen más salud y bienestar (alimentos funcionales).
Que el alimento sea tu medicina, antes de que la medicina sea tu alimento.
Hoy día ya se han implantado recomendaciones dietéticas para mejorar la salud y disminuir el riesgo de ECV, cáncer, hipertensión, diabetes tipo 2, obesidad, y otras enfermedades crónicas, con beneficios probados según las estadísticas.
La nutrigenómica le permitirá mejorar tanto la seguridad como la eficacia de los alimentos porque proporcionará un nivel de comprensión más preciso de las influencias de los alimentos y sus componentes en nuestros sistemas homeostáticos, con nuevas aproximaciones para la determinación de efectos, beneficiosos o adversos, en fases precoces; por ejemplo, anticipadamente al desarrollo de una enfermedad inflamatoria, alergia o intolerancias.
La alimentación, particularmente durante las etapas tempranas del desarrollo, puede condicionar fuertemente nuestra salud a lo largo de la vida. Así, la alimentación de la futura madre constituye un factor primordial más de lo que anteriormente se pensaba en el desarrollo del niño, especialmente en lo que concierne a su futura salud y resistencia a enfermedades. Las condiciones nutricionales durante etapas críticas del desarrollo, especialmente la gestación y período posnatal temprano (principalmente la lactancia) afectan a la susceptibilidad de sufrir determinadas enfermedades en edad adulta, entre ellas enfermedad cardiovascular, obesidad, diabetes tipo 2, osteoporosis y otros problemas y alteraciones. Varios estudios realizados en modelos animales o in vitro, las diferencias son causadas por la interacción entre componentes de los alimentos (u otros factores ambientales) con nuestros cromosomas, que conducen a un imprinting o programación de esquemas metabólicos particulares en los individuos, incluyendo cambios permanentes (epigenética) que se transmiten en la multiplicación celular y que pueden conferir una susceptibilidad diferente a sufrir alteraciones en edad adulta.
Los estudios realizados en los últimos años en nuestro laboratorio nos han permitido describir una nueva función para una de estas proteínas que se encuentran de manera natural en la leche materna humana y que no está presente en fórmulas infantiles: la leptina, cuya nueva función durante la lactancia es conferir protección frente al desarrollo de sobrepeso u obesidad (y otras complicaciones médicas asociadas) en la edad adulta.
Se ha considerado que la metilación es la principal base epigenética para la programación metabólica; las histonas, proteínas asociadas íntimamente al DNA, pueden contribuir a estos cambios epigenéticos y la metilación del DNA estaría relacionada con la modificación de histonas.
Aunque la leptina es producida principalmente por el tejido adiposo, esta hormona también la producen otros tejidos como la placenta y el músculo esquelético y, en particular, la producen el estómago y el epitelio mamario, y está presente de manera natural en la leche materna. Las concentraciones de leptina en leche materna humana varían perceptiblemente entre unas madres y otras, pero lo que es muy significativo es que las leches artificiales o de fórmula para bebés no contienen leptina como ingrediente.
La conclusión global de los estudios fue que la suplementación con cantidades fisiológicas de leptina durante la lactancia protege frente a la acumulación de grasa en la edad adulta y que estos animales parecen más sensibles a la regulación de la ingesta por leptina, a corto y a largo plazo. Así pues, la leptina representa un papel importante en las primeras etapas de la vida, como componente de la leche materna, en la prevención de la obesidad en edades más avanzadas. Otros estudios realizados en humanos han confirmado estos resultados y otros sobre la susceptibilidad a otras enfermedades relacionadas con la obesidad. También, los resultados obtenidos en madres no obesas y en sus hijos hasta los dos años de edad indican que la ingesta de más leptina en la leche materna proporciona cierta protección a los niños contra un aumento excesivo del peso.
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La secuenciación del genoma humano nos ha revelado no sólo un número de genes humanos menor que el esperado (las últimas estimaciones lo calculan en cerca de 24.000 genes), sino también la gran heterogeneidad genética de las poblaciones humanas, una variabilidad genética entre humanos muy superior a la previamente supuesta: se calcula que el genoma humano alberga unos diez millones de polimorfismos. A eso se une la complejidad derivada de las prolijas interacciones entre los genes y su regulación, así como la variabilidad epigenética, el «imprinting metabólico»: nuestra herencia ancestral, nuestra historia de la manera como comemos, como sentimos, las influencias del entorno, etc., va quedando grabada de manera permanente. Todo eso promueve un cambio profundo en el pensamiento humano sobre cómo esta información puede ser explotada óptimamente, en beneficio de la salud y el bienestar
En relación con la pérdida de peso corporal, la leptina tiene tres funciones principales: Por un lado, inhibe la producción de hormonas que aumentan el apetito. Por otro lado, estimula la sensación de saciedad, de modo que ayuda a reducir el consumo de alimentos. Y por último, aumenta el consumo de calorías activando el metabolismo.
Los alimentos en sí no contienen leptina, pero sí hay algunos que pueden activar su producción natural en el organismo como: las toronjas, los granos enteros, el brócoli, el pescado, las almendras, las espinacas y las zanahorias. Estos alimentos, independientemente de su relación con la activación de la leptina, son ideales para aquellos que quieran adelgazar de forma saludable.
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